Diálogo del desasosiego en las HD III
2 septiembre 2017
2 septiembre 2017
Antes. Después
EP.- Muy bien, las humanidades digitales deben enfrentarse con la política, pero tomando en cuenta no sólo la amenaza global sino también la perspectiva política local. Leyendo a Sneha (Mapping Digital Humanities in India 2015) comprendí que hay una singularidad en la forma de asumir lo digital a partir de las condiciones específicas que la adopción de tecnología tiene en cada país. Por ejemplo, en el caso de México existe una Agenda Digital del gobierno federal en la que puede observarse que, para el discurso gubernamental, lo digital en general es una promesa de transformación, innovación, mejoramiento, incluso una forma de “insertar el país en la sociedad de la información”. Ahora descubro que entre los objetivos de la ONU para el Desarrollo Sostenible está una alianza que incluye entre sus metas la tecnología como forma de cooperación entre naciones. La promesa digital está puesta en el complimiento futuro de necesidades presentes. Una de esas necesidades presentes, cuyo cumplimiento será operado por la tecnología es la elevación de la calidad de las universidades (educación, investigación), e incluso la relación sur-sur. Hay por tanto, no solo una buena disposición de la administración, sino incluso un interés político en promover la adopción de las tecnologías al menos dentro del orden del discurso.
Por otro lado, a nivel del trabajo universitario, la tecnología digital aparece como una oportunidad para superar ciertas carencias: por ejemplo, el acceso a publicaciones más actualizadas en el ámbito académico en México ha cambiado gracias a los accesos digitales. Además, ante la inexistencia de una industria editorial académica (o de su práctica extinción), la publicación digital ofrece una alternativa especialmente a las humanidades. En particular, en el caso de la publicación de documentos antiguos. Pero estas alternativas o nuevos derroteros de la comunicación de las humanidades, son resistidos por una comunidad cuyos criterios de evaluación se centran en el libro en papel, al que por supuesto, sólo tienen acceso -en especial a las escasas editoriales de renombre- una pequeña élite académica.
Lo que esta imagen intenta pintar de manera muy simple son las contradicciones a las que la adopción de la tecnología se enfrenta de manera concreta en una escala mínima de poder: impuso administrativo, alternativas para los caminos tradicionales, resistencia al cambio. A nivel micro, la amenaza de los 5 parece distante, pues son una imposición, un aliado y enemigo.
En este nivel, el control sobre el código y sobre el archivo tiene muchos frentes. Yo puedo utilizar Facebook para construir mi archivo y comunicar una experiencia de conocimiento, con el fin de desmontar el control sobre los medios tradicionales de publicación académico y no académico. !Pero el archivo se está construyendo en Facebook! Hay una razón detrás: es un servicio que un gran número de posibles usuarios comprende. Incluyendo quien lo propone. Porque parte de la condición de Sur es des-conocer el código, y por lo tanto sus políticas. Pero ese desconocimiento convierte ciertas herramientas en aliados temporales, quizás con objetivos muy concretos en el marco de una comunidad reducida. En fin, que a nivel estratégico, la complejidad del problema es muy grande.
DF.- Es curioso que escribas sobre las élites académicas (e intelectuales, no se nos olviden), porque justo esta mañana estaba reflexionando sobre la situación de las HD en Italia en los años Noventa, y como es normal hay muchos puntos de contacto entre lo que planteas en tu reflexión y lo que muchos de nosotros, yo incluido, planteamos en esa época. El tema de la “rebelión” contra las élites académicas fue abrazado por muchos de nosotros. Acabo justo de recuperar unas diapositivas donde lanzaba rayos contra algunos grandes personajes de las humanidades en Italia, “mostri sacri” como Armando Petrucci (probablemente el más importante paleógrafo del siglo XX) y Alfredo Stussi (uno de los más poderosos exponentes de la crítica textual italiana, enemigo de la crítica genética francesa y de la informática humanística…). Petrucci temía la desaparición virtual de los documentos, algo que Derrida contó de manera más neutral (y de forma más ambigua y a la vez contundente) en su Archive Fever. Sea como sea, yo no podía soportar afirmaciones que sonaban como condenas definitivas e inapelables de la digitalización:
Oggi gli strumenti e le pratiche introdotti nella cultura scritta contemporanea dalla nuova rivoluzione industriale, quella informatica, sono intervenuti a cambiare dalle fondamenta statuto, regole e modalità dei processi attraverso cui un testo scritto… viene composto, registrato, trasmesso e conservato, nonché la natura del testo stesso, tendenzialmente ridotto a labile traccia visiva transitante su uno schermo. […] Nella cultura scritta informatica… i modi e i processi della composizione… sono automaticamente provocati e determinati dalla legge del profitto dell’industria multimediale. […] i processi di trasmissione dello scritto stanno passando in mano a mediatori naturalmente estranei ai prodotti di cui si occupano, di fronte ai quali essi sono tecnicamente analfabeti. […] Sembra davvero che si sia giunti molto vicini alla rottura di una catena di trasmissione testuale durata, sia pure con cadute e faticose riprese, alcuni millenni. (Armando Petrucci, Prima lezione di paleografia, Laterza, 2002, pp. 125-126.)
Todos los instrumentos y las prácticas introducidas en la cultura escrita contemporánea por la nueva revolución industrial, aquella digital, han intervenido cambiando del estatuto fundamental, las reglas y la modalidad de los procesos a través de los cuales el texto escrito… viene compuesto, registrado, transmitido y conservado, y también la naturaleza del texto mismo, tendencialmente reducido a una trazo visible en tránsito por una pantalla (…) en la cultura informática … los modos y los procesos de la composición… son automáticamente provocados e determinados por la ley del beneficio de la industria multimedial (…) los procesos de transmisión de lo escrito están pasando a mano de mediadores, por supuesto, extranjeros al producto del cual se ocupan, de frente al cual son tecnicamente analafabetas (…) Parece verdaderamente que se ha aproximado mucho a la ruptura de la cadena de la transmisión textual que ha durado, con sus caídas y sus y subidas, algunos milenios.
En aquel entonces ese tipo de posiciones me parecían vergonzosamente conservadores y me causaban muchísima irritación y una actitud de juvenil arrogancia hacía todo lo que se veía como “viejo”. ¿Pero era así? Petrucci era un viejo humanista paleomarxista prisionero de su pasado y nosotros los pioneros de un brillante futuro?
Es cierto que yo y muchos de mi generación (los que que tenían 25-30 años en los 90) sufrimos el dominio conservador de la universidad, que estuvo cerrada para los jóvenes durante muchos años (y esa fue la razón principal por la cual me fui a EE.UU. y luego a Edimburgo). Por lo que me estás contando (excepto el “aliado” Facebook, que es un fenómeno global), parece que en México está pasando algo parecido, y entonces las HD podrían representar una oportunidad de modernización de la academia y sobre todo de las humanidades. Es decir, veo que queréis aprovechar del poder disruptivo de la tecnología para dejar entrar un poco de aire fresco. Me parece bien, pero tengan en cuenta: 1) la historia de otras experiencias, con sus fracasos y sus exitos; 2) no creo que se pueda democratizar y modernizar un sistema a través de la introducción de la tecnología, porque la tecnología supone inversión, la inversión supone dinero, y el dinero no se genera de la nada, sino de las estructuras de poder existentes. Entonces la pregunta al final siempre es la misma: ¿quien tiene o va a tener el poder? Estamos seguros que los que vendrán serán mejor de los detestados profesores polvorientos? Luego está la otra gran pregunta: Facebook como “aliado táctico”, tú dices… Bueno, puede ser. Sin embargo me recuerda una metáfora que utilizó hace varios años Giulietto Chiesa en una mesa redonda donde estuvimos juntos hablando de comunicación global. “Las herramientas de la Web” (cito de memoria), “son como un Kalashnikov que puede ser utilizado contra quien lo agarra, pero no hay que olvidarse de quién es el Kalashnikov.”
El tema del acceso abierto me parece útil e importante. Sin embargo, como nota Chandrasekhar, “el acceso abierto es de hecho democratizador. Pero solo parcialmente. El acceso abierto solo ayuda a democratizar la distribución de la investigación revisada por partes. No democratiza la investigación en sí misma, ni transforma el sistema de revisión por pares, que por diferentes razones resulta orientarse a favor de la elite que se auto selecciona. El tema que debe ser atendido es cómo OA puede eliminar el sistema de revistas renombradas y de jerarquía de revistas”
En ese sentido habría que analizar los planes del gobierno para desarrollar las TIC. Yo los miraría con un poco de escepticismo, ya que pasó exactamente lo mismo aquí: y con la misma retórica (me temo que ya globalizada). ¿Pero quién son (y fueron antes) los “stakeholders” de este proceso? En las HD hay voces críticas que nos recuerdan cosas obvias: “The digital humanities actually borrows a lot of its infrastructure, data models, and visual rhetoric from other areas, and particularly from models developed for business applications.” (Miriam Posner)
Entonces seguro que los que se beneficiarán serán los ciudadanos? Cuántos casos existen en el mundo en donde la tecnología favoreció los procesos de democratización, la apertura y transparencia de las instituciones públicas y privadas, la creación de nuevos puestos de trabajo y de una sociedad más justa? Hay que releerse a un crítico de la informática como Joseph Weizenbaum, y reconocer que en muchas aspectos su pesimismo fue profético …
Creo que si miramos los datos (por ejemplo en Italia), es innegable, como dice Geert Lovink, que la revolución digital fue una revolución bajo muchos puntos de vista, pero no provocó (o está provocando) ningún progreso social impactante. Al contrario, la explotación, la inseguridad laboral, los cortes a la educación, etc, aumentaron incluso en los países emergentes (por ejemplo en la India), y tampoco el saber está siendo democratizado, al contrario, crecen los monopolios. Entonces no entiendo cómo uno se puede negar en analizar la digitalización dentro del propio marco histórico, y entonces asumir todas las consecuencias negativas que hubo hasta hoy. En otras palabras, las HD perdieron la apuesta del cambio epistemológico. El conocimiento ya ha cambiado, y nosotros nos hemos convertido en consumidores (aunque creativos) dentro de un proceso que amenaza la sobrevivencia de la educación y de los saberes públicos a nivel global.
No quiero verlo todo negro: hay casos en los cuales el proceso de digitalización implica una modernización positiva de las infraestructuras, etc. Pero cabe preguntarse si eso es el verdadero objetivo de quien gestiona todos estos procesos: ¿acaso es el gobierno de México lo que decide sobre el ancho de banda o los software que emplearán en la administración? O no somos todos simples consumidores procesados y controlados por las “terribles cinco”, The Frightful Five? O peor, como demuestra la llegada a México de la empresa de Big Data que según el Guardian manipuló la campaña para el Brexit? Esto es como volver a los tiempos de Salvador Allende, pero sin bombardeos: la democracia se derriba con los algoritmos.
Después de casi veinte años tengo que admitir que quizás el planteamiento de Petrucci no era tan equivocado.
Leo en un informe del Banco Mundial de 2016 que, para ayudar los médicos de los países en vía de desarrollo se están desarrollando sistemas “software and hardware that can convert smartphones into microscopes and diagnostic machines… (…) The device includes an app that connects the smartphone to a server at UCLA and transmits raw images of DNA molecules to detect.” Estupendo. Pero eso quiere decir que el DNA de la gente del tercer mundo se conservará en bases de datos en EE.UU. No es esta otra forma, extremadamente peligrosa, de colonialismo bio-epistémico?
EP.- Déjame reaccionar un poco a tu afirmación de que esto ya pasó antes en Italia. Y que haga énfasis en “antes”. Porque ese “antes” no puede significar “lo mismo pero hace tiempo”, como si el tiempo fuera una línea recta donde Latinoamérica va “atrás” y otros adelante. Mi experiencia en estos meses en Italia me permiten entrever que ese antes tiene muchas variantes no asimilables a nuestro ahora. No porque piense que debemos conservar el optimismo en el poder transformador y democratizador de la tecnología, sino porque podemos estudiar algunos “desenlaces” de ese optimismo inicial, como el que tu expresas, y experimentar otros recorridos. Venir “después” puede significar también “aprender de lo que salió mal”. Pensemos un poco en el caso del Open Access porque la crítica que hace Chandrasekhar está dirigida a la experiencia en el mundo del norte y no necesariamente la del sur, y en general al sistema conjunto del sistema de publicación académica, que el Acceso Abierto no es suficiente para transformar. Nuestro venir “después” consiste en Latinoamérica, como bien lo sabes, en su escasa participación en las publicaciones internacionales. Esto ha hecho que exista un esfuerzo regional por crear una red de publicaciones latinoamericanas y a adoptar el Open access como política general, con la finalidad de dar visibilidad a ese conocimiento que no tiene espacio en el sistema dominante del norte. Como explica Juan Pablo Alperin et al “ the motivations for OA in Latin America have been quite different than in the centre and have lead to a wide adoption of OA, even though OA as a movement has not been as clearly contemplated, formulated, or planned.” (la motivación por el OA en América Latina ha sido muy diferente que en el centro y ha llevado a una adopción amplia del OA, no obstante que el movimiento no ha sido claramente completado, formulado y planeado”). La cuestión es que como las publicaciones académicas en AL han sido tradicionalmente gratuitas o casi, la adopción del open access ha sido en realidad una extensión de una práctica ya existente, y no necesariamente la expresión de una posición política definida. Nuestro “venir después” ofrece un punto de partida completamente diferente, y que cambia por completo las preguntas.
No me parece que en latinoamérica el Open Access cambiará los monopolios de publicación académica, sino que cambiarlos requiere de un esfuerzo por completo diferente. Por ejemplo, uno se pregunta si podrá defenderse de las presiones institucionales para que la investigación se integre a los patrones, los instrumentos y los métodos de utilizados en el centro, por ejemplo el contrato que firmó la UNAM con Elsevier. Porque la paradoja en todo esto es que la creación de todos los instrumentos de catalogación, indexación de las revistas académicas latinoamericanas tienen como finalidad llegar a ser como sus pares europeos o norteamericanos, aunque el camino sea hacerlo sobre bases muy distintas.
Pensada políticamente, en América Latina el Open Access responde a las debilidades institucionales del sistema académico latinoamericano, pero constituye también una solución propia en términos de una política del uso de la tecnología. Es decir, en un sentido intenta reproducir las reglas del sistema académico mediante la importación de un modelo, pero lo hace de forma paralela y distinta a como ocurre con los grandes conglomerados. Al costo, claro, de permanecer fuera del sistema y bajo la sospecha de no ser lo suficientemente serios, rigurosos, etcétera..
Traigo esto a colación no sólo porque en este ejemplo puede verse como “venir después” devela formas de organización diferentes que hay que discutir de forma diferente, y de resistir de otro modo. Reflexionando en estos días sobre la descolonización del conocimiento, después de terminar de leer el texto de Linda Tuhiwai Smith, Decolonizing Methodologies, que tan afortunadamente pusiste en mis manos, me preguntaba cómo introducir aquí la cuestión de la formulación de metodologías y problemas propios, que reflejen las culturas locales como un paso para la descolonización del conocimiento. Me parece que la discusión de lo que significa “estar antes” y “venir después”, es un primer paso que localiza claramente las diferencias.
Respecto a esto hay dos cosas que me preocupan. Una local, otra general. En el plano local, el caso del OA ofrece un buen ejemplo de implicaciones política que han sido escasamente discutidas, de modo que la adopción de una política de acceso abierto vaya acompañada, al menos, de una visión de sus paradojas, posibilidades, limitaciones, etcétera. Podemos decir que, hasta ahora, esta política no parece haber logrado el objetivo de una mayor difusión del conocimiento en y de AL, ni que responda a un modelo más democrático o inclusivo.
A otro nivel más general, me lleva a preguntarme si el sur puede ser global. ¿No tendríamos que pensar con más cuidado la idea del sur justamente como un espacio que está en tensión con lo global? Porque el sur podría definirse a partir de la diferencia, no de la estandarización.
DF.- Muy interesante pregunta… Otra vez, todo depende de nuestros objetivos. Para ahora te dejo con una cita: “the alternative, if it is to be effective, is necessarily compromised by the dominant…”. (Ver artículo completo). Estoy de acuerdo contigo, el “antes” de aquí (Italia) no se convierte automáticamente en el “después” de otros países. Sin embargo yo me refería a un cierto modelo de retórica del progreso que tanto en Italia como en México es una importación de los centros dominantes: donde se produce la cultura? En Harvard, Stanford, Berkeley, etc.? Y la innovación tecnológica? En Silicon Valley… etc. Y así volvemos al tema de las infraestructuras tanto materiales cuanto culturales (y virtuales) del conocimiento digital.
Pero volviendo al tema OA, creo que Chandrasekhar dice que el problema no es sólo acceso abierto o acceso cerrado al conocimiento académico. Por muchos aspectos es muy positivo que Latinoamérica adopte el sistema de acceso abierto, y sin embargo sin una verdadera democratización y descolonización del saber y de las estructuras del poder académico (y de sus dependencias de los modelos epistemológicos del Norte Global) el acceso abierto se puede convertir en una confirmación de los desequilibrios presentes. El tema es, por ejemplo, ¿cómo se construyen los clasificas de las mejores universidades del planeta? Si las universidades de Latinoamérica quieren desesperadamente de formar parte de los “happy few” y competir entre ellas, no hay esperanza ninguna que el OA en sí favorezca el conocimiento local y la creación de herramientas intelectuales independientes. Me temo que por mucho que lo esperamos, los problemas de la hegemonía cultural y científica no se resuelven con el OA. Y, sin embargo, hay que luchar por ello!
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